Gratitud Hasta por las Cosas Más Pequeñas – Gratitude Even for the Smallest Things

La gratitud viene en muchas formas y sabores, y una forma útil de dividirla es diferenciando entre la gratitud por las cosas grandes y la gratitud por las cosas pequeñas. “Gracias, mamá, por haberme dado a luz y haberme criado” vs. “Gracias, mamá, por abrirme esa puerta mientras caminaba detrás tuyo, no era necesario pero me ayudó que lo hicieras.”

La gratitud por las cosas grandes y la gratitud por las cosas pequeñas están conectadas y entrelazadas sutil e interesantemente. Nuestro rabino, el asombroso Moishe Brand, seguramente tendrá su propio análisis de esto desde la perspectiva de la Torá, pero su humilde servidor de hoy no es un rabino. Aquí encontramos una conexión potencialmente interesante: a veces sospecho que para que uno esté realmente agradecido por las cosas grandes, primero debe estar agradecido por las cosas pequeñas. Reformulando a Aristóteles: quizás la gratitud, como la virtud, es un hábito; y, si es un hábito, hay que tener mucha, pero mucha práctica. Y la mejor práctica es empezar por las cosas pequeñas. “¡Tocá las escalas de nuevo!” ¡Todavía puedo escuchar a mi profesor de piano de la infancia reprendiéndome! Hay que practicar cómo tocar las escalas al igual que hay que sentir y mostrar agradecimiento por las cosas más pequeñas… ¡para que el cuerpo, la mente, las emociones y las palabras -y tus dedos tocando el piano- estén listos para cuando llegue el Rachmaninoff de la gratitud!

(Si tuviera que jugar a ser un rabino, agregaría que la Parashá de esta semana es Ekev (‘talón‘), y algo que aprendí del rabino Jaim Sperlin es que el talón es especial precisamente porque es lo menos interesante, la parte más olvidada del cuerpo: pequeñ0 y ocult0; en comparación, por ejemplo, con los ojos, la boca, las orejas, las manos, las piernas, etc. – ¡las otras partes del cuerpo que reciben la atención y el interés de todos! Y el hecho de que esté tan olvidado es precisamente la razón por la que HaShem le presta especial atención. Entonces, quizás HaShem preste especial atención a los ejemplos más pequeños de gratitud, no solo a los más grandes. ¿Cómo me está saliendo esto de jugar a ser un rabino? ¿Moishe o Chaim?)

Y esto, señoras y señores, nos lleva al motivo del artículo de hoy. Nuestro humilde y pequeño Minián en Pilar, Argentina, recibió un humilde y pequeño regalo… y simplemente nos encanta.

El otro día estaba charlando con un amigo y le conté que, algunas semanas atrás, nuestro Minián recibió, de parte de uno de nuestros queridos miembros -quien tiene una fábrica de anteojos- una donación de un montón de anteojos de lectura, para que todos podamos leer los Sidurim sin problemas. Le estaba contando esa anécdota a mi amigo a modo de autocrítica, y frases como ‘mediana edad‘ o ‘me hizo sentir viejo‘ 0 ‘¡hubiera preferido que alguien donara algo útil y divertido para los adolescentes, me hubiera hecho sentir más joven!‘ pueden o no haber surgido durante nuestra conversación.

A lo que mi amigo instantáneamente respondió con la pregunta: “¿Dónde guardan los anteojos?

Respondí, con curiosidad e inocencia en partes iguales, “En las mismas bolsitas de plástico en las que vinieron, atados entre sí con una gomita elástica, adentro de la caja grande donde guardamos nuestros Sidurim y Kipot, ¿por?

A lo que mi amigo respondió con algo que hizo que mi corazón se cayera al piso de felicidad: “No deberían guardarlos ahí. Voy a donar al Minián una caja especial solo para anteojos, para que tengan un lugar lindo donde guardarlos ordenadamente.

Guau. No me lo vi venir. Intento estar siempre mental y emocionalmente preparado para cualquier situación, pero un regalo tan pequeño pero tan maravilloso fue toda una sorpresa. Gracias, gracias, DonanteAnónimo119, como te llamamos por estos lares.
Y “pequeño pero maravilloso” es la mejor forma de describirlo. Este no es un regalo de millones de dólares que saldría en todos los titulares del mundo. Pero no es necesario que lo sea. Estamos comenzando desde bien abajo, desde la nada misma -¡hace un año, este Minián ni siquiera existía!- y nadie tiene el deber de donarnos nada. Aquí no hay obligación. Pero el hecho de que los que nos apoyan dentro y fuera del Minián se desvivan por ayudarnos hasta con los detalles más pequeños, significa un mundo para nosotros.

Tal vez el clásico dicho judío que dice “Salvar una vida es igual a salvar el mundo” podría encontrar un paralelismo aquí: cada pequeña donación es tan importante como cada gran donación. Así que gracias a DonanteAnónimo119, y a todos los que nos han apoyado de alguna manera alguna vez.

 


Gratitude Even for the Smallest Things

Gratitude comes in many shapes and flavors, and one useful way to slice it is to differentiate between gratitude for the huge stuff and gratitude for the small stuff. “Thank you, mom, for having given birth to me and raising me” vs. “Thank you, mom, for holding that door open for me as I walked behind you, you didn’t need to, and it was helpful that you did.”

Gratitude for the big and small stuff is connected and intertwined in interesting and subtle ways. Our rabbi, the amazing Moishe Brand, surely will have analyses of this from the Torah perspective, but your humble author today is no rabbi. Here is one potentially interesting connection: sometimes I suspect that for one to truly be thankful for the big stuff, you have to be thankful for small stuff first. To reframe Aristotle: perhaps gratitude, like virtue, is a habit; and, if it’s a habit, you have to get lots and lots of practice. And practice always happens with the small stuff. “Play the scales again!” I can still hear my childhood piano teacher reprimanding me! You need to practice your playing your scales just like you need to feel and show thankfulness on the smaller things…. so your body and mind and emotions and words (and your fingers playing the piano!) are ready for when the Rachmaninoff of gratitude comes!

(If I were to try to play my hand at being a rabbi, I’d point out that this week’s Parsha is Ekev, “heel,” and I learned from Rabbi Chaim Sperlin that the heel is special precisely because it’s the least cool, most forgotten part of the body — it’s the small, hidden part; as compared to the eyes, mouth, ears, hands, legs, and so forth — the other parts of the body that get all the attention and interest from everyone! And the fact that it’s so forgotten is precisely why HaShem pays special attention to it. So perhaps HaShem pays special attention to the smallest examples of gratitude, not just the big ones. How am I doing, pretending to play the role of a Rabbi, Moishe or Chaim?)

And this, ladies and gentleman, brings us to the reason for today’s article. Our humble little minian in Pilar, Argentina, received a humble little gift… and we just friggin’ love it.

I was talking to a friend the other day and told him how, a member of our minian who manufactures glasses donated a bunch of reading glasses to the minian, to help all read the Siddurim. I shared that story in a self-deprecating way, and words like ‘middle-aged’ and ‘it made me feel old’ and ‘I would have rather someone donated something useful and fun for teenagers, I would have felt young!’ may or may not have come up in the conversation.

To which my friend had an instant question: “Where do you guys keep the glasses?”

I responded, quizically, “In the little plastic bags each is in, tied together with a rubber band, in our big box with the Siddurim and Kippot. Why?

To which my friend responded in a way that made my heart drop to the floor with happiness: “You shouldn’t do that. I’m going to donate a special box just for glasses to the minian, so you have somewhere nice and organized to keep them.

Wow. I didn’t see that coming. I try to be mentally and emotionally prepared for any situation but such a small but wonderful gift was quite the surprise. Thank you, thank you, AnonymousDonor119, as we call you in these parts.

 

And “small but wonderful” is the right phrase. This isn’t the bazillion dollar gift to make headlines around the world. But it doesn’t need to be. We’re starting at the very bottom, from nothing–one year ago, this minian didn’t exist!–and no one needs to give anything. There is no obligation here. But the fact that supporters inside and outside of the minian are going out of their way to help us with the smallest details, it means the world to us.

Perhaps the classic Jewish saying that “saving one life is equal to saving the world” might just have a parallel: every little donation is as important as every huge donation as well. So thank you, AnonymousDonor119–and everyone else who has supported us in any way.

Sobre el Autor:

Morgan F. es el presidente del Minián Hebraica (Autogestionado), la única sinagoga / shul de Pilar. Morgan es estudiante de la Cábala, la gematría y la tradición esotérica; ¡y también disfruta de hablar en un código que nadie—excepto HaShem—entiende!